Al casarse, parece que no es correcto que uno lleve los calcetines desgastados, el pijama ajado, o los chismes de aseo en desorden… Me gustaría que a tu estreno de vida en pareja, a tu matrimonio, llevaras otras cosas más importantes, nuevas o renovadas.
Pero no me voy a ocupar de cosas domésticas sino de esas otras cosas de las que apenas se habla en estos casos, y que son las habilidades para quererse bien, las recetas para mantener el amor vivo, la ilusión y la chispa de la vida juntos hasta el final.
Aquello que me hubiese gustado que nos dijeran a nosotros, que nos hubieran advertido para que nuestras luchas y nuestras crisis hubieran disminuido, y para que hubieran aumentado nuestros ratos de cercanía.
Estas cosas quizá no tienen para vosotros valor en este momento, pero algún día, quizá os sirvan para hacer una sentada de pareja, reflexionar un poco acerca de esto que nos atrevemos a deciros, nuestros deseos, sueños y recetillas compartibles.
Me gustaría que aportarais a vuestra vida en común el deseo de no teneros conquistados o seducidos, sino el que vayáis conquistándoos cada día, eligiéndoos en cada situación para compartir la vida juntos.
Que no suponga este paso la relajación del amor conseguido, sino el comienzo solemne del amor iniciado. Ese amor que lleváis tantos años tanteando a ver si era o no de calidad suprema como para compartir el resto de vuestra historia personal.
Juntos somos más que dos.
Ahora comenzáis un proyecto común. Habéis decidido casaros porque estáis convencidos de que queréis vivir juntos para vivir mejor, no para convertir en rutina vuestros proyectos personales y el proyecto común, sino para dinamizaros el uno al otro, para ayudaros a ser más únicos cada uno y más en la suma de dos.
Porque el uno más el otro ya no sois dos personas, sois el matrimonio, ese ente del que hablaremos más despacio.
Si entra Dios en vuestra relación, ya sois muchísimo más. Y también entra toda esa cantidad de gente que vive la vida a vuestro lado, los que os queremos: los amigos, los compañeros, los miles de seres humanos que pasarán por vuestro hogar y en los que dejaréis huella en sus vidas. Y, si además tenéis hijos y formáis una familia mayor, entonces seréis un montón…
VIVIR JUNTOS PARA VIVIR MEJOR
Vais a vivir juntos para vivir mejor. Vuestro objetivo personal en la vida es cumpliros cada uno y llegar a ser en total plenitud, en su desarrollo integral. Vuestra misión de pareja ha de ser, además, que el otro se cumpla, se realice. Es decir, cada uno tiene la obligación personal de llegar al máximo de vuestras posibilidades.
El matrimonio os compromete también a que el otro sea, llegue a su máximo, se desarrolle del todo. No puede uno crecer y dejar que el otro siga siendo pequeño. Uno es responsable del crecimiento del otro. Uno se enamora de una persona y se hace cargo de su propia vida y de la del otro, con el fin de juntos ser más cada uno. Es decir, que ella hace que él se cumpla más y él, por su parte, en el amor, hace que ella llegue a ser más persona que viviendo sola.
Vivir en pareja ayuda al crecimiento personal, a ser mejores, a conocernos más. La relación es una suma, y en ella vale el gozo, la risa, la prisa, el placer, la pena, el sufrimiento, el dolor…, porque todo es valioso cuando lo vivimos juntos, porque así crecemos, somos más conscientes y nos sentimos más plenos.
NACIDOS PARA SER FELICES
Aparentemente, uno elige al otro porque se siente más feliz cuando está con él que cuando no lo está. Se decide vivir en pareja para vivir mejor, no para fastidiarse la vida ni para añadirle sacrificio o dificultad.
Pero para ser feliz, hay que proponérselo. Hay personas que no se dan permiso para estar contentas, que hasta les asusta gozar de una felicidad muy continuada, pues temen que de un momento a otro les ocurra algo. Yo quiero partir de la idea de que Dios nos ha soñado felices y de que el momento presente es el único que nos pertenece para disfrutarlo y para hacer que los demás también lo disfruten.
Nos despertamos cada mañana con esa programación mental: gozar de la vida o lucharla. Esta programación fue instalada en nosotros en los primeros años de nuestra vida: fue el resultado de las sugerencias de quienes nos rodeaban y de los comportamientos aprendidos.
Hemos nacido para ser felices, no para ser perfectos, ni eficaces, ni para responder a lo que los demás esperan de nosotros. Es necesario analizar las causas que nos impiden disfrutar. Cada cual debe explorar sus espacios internos y entrar en contacto con las razones que pueden disminuir su capacidad de gozo.
EL ARTE DE LA SEDUCCIÓN
La vida de pareja comienza por una seducción entre el hombre y la mujer. Cada uno saca sus mejores galas para gustar al otro, incluso oculta o disimula un poco sus defectos para no nublar lo positivo.
Vemos en los programas de naturaleza como las especies de animales cuidan el cortejo y la seducción de su pareja. Hoy día, se imparten cursos de seducción hasta por Internet. En las empresas se enseña a seducir a los vendedores y a ciertos ejecutivos
La seducción es un esfuerzo que se hace por agradar, por gustar al otro, por hacerle sentirse bien contigo, por conseguir que te elija entre las demás personas. Todos tenemos capacidades de seducción, y dicen que es en el noviazgo cuando se utilizan todas ellas.
Cuando uno está seduciendo se embellece, se dulcifica, se mejora.... saca lo mejor de sí mismo. Se puede volver creativo, poeta o artista. Y como cada ser humano en su ser único es una maravilla, el tiempo en que está ocupado en seducir se convierte en un ser especial y fantástico, pues desarrolla capacidades que, en otro momento de su vida, tiene dormidas o relajadas.
Lo malo es que la vida normal, la rutina y lo cotidiano adormecen la seducción. Entonces cada uno de la pareja se ocupa de cubrir las necesidades básicas físicas y deja que la casa, el trabajo, los compromisos sociales y las mil tareas nublen la relación, hagan sestear el amor y bajan el nivel de ilusión necesario para vivir juntos.
Algunos dejan de seducir a la otra persona cuando ya han formalizado su relación, cuando llevan un tiempo largo de noviazgo, cuando comienzan a vivir juntos o cuando se casan. Y dejan su simpatía, sus mejores cualidades para las visitas o para momentos especiales.
La barbaridad de seducir al de fuera y maltratar al de dentro
Imaginad que un día viene un vecino a tomar una copa y se le cae el vino en el sofá, ese blanco, nuevo, ese que cuidáis con tanto esmero.
Entonces tú, inmediatamente le dices que no se preocupe, que no importa, que para eso está el sofá, para usarse, y que las cosas se tienen que manchar, que seguramente se quitará la mancha y, si no, tampoco tiene importancia pues siempre quedaría la posibilidad de volver a tapizarlo de nuevo.
Al día siguiente, a tu pareja se le cae un vaso de agua y unas gotas salpican el sofá; tú le echas la gran bronca, pues «no pones nada de cuidado, sabiendo que es tan delicado...» y, «lo más probable es que el agua deje mancha y esto ya no tenga arreglo.»
¿Qué ha ocurrido entre vosotros? Pues que habéis puesto al sofá en primer lugar entre vosotros. Además, uno de los dos habéis gastado energías en seducir al vecino, alguien con el que se supone que no tenéis un proyecto de vida en común ni gran interés en mantener una relación amorosa y, en cambio, con vuestra pareja habéis dejado brotar todos vuestros apegos y vuestro lado más oscuro.
Con ninguno habéis mentido. Os gustaría ser como habéis reaccionado con el vecino, pero sois como habéis respondido a vuestra pareja. Pensándolo bien, es una barbaridad seducir al de fuera y maltratar al de dentro, al que quieres, al que realmente te importa que sea feliz.
El vecino se ha ido a su casa tan tranquilo, por lo majos que sois al no dar importancia a lo material, pero vuestra pareja se ha quedado jorobada, pues el sillón ha sido más importante que él o ella.
Seductores en la calle e incoloros e insípidos en familia. Así es como actuamos en la vida normal. Somos más simpáticos con el que viene de fuera, aunque sea para vendernos una enciclopedia, que con el que está, día a día, hora ahora pendiente de ti. Hay que estar muy atentos para que esto no nos ocurra.
TE ACOJO EN TU TOTALIDAD
La gran fuerza del amor consiste en querer hacer feliz a la otra persona. Vosotros queréis haceros felices. Eso es el amor verdadero.
Al comienzo de vuestra relación ha sido el cuerpo vuestra principal fuente de atracción; luego, al ir comunicándoos y contándoos quiénes y cómo sois, habéis profundizado en otras parcelas de vuestra historia personal y forma de ser. Entonces habéis compartido mucho más que vuestro cuerpo. Os habéis ido enseñando el uno al otro los rincones del alma. Os habéis ido redescubriendo y asombrando poco a poco, de la distinta manera de vivir y de los pequeños detalles que forman la vida del otro.
La aventura más difícil
Para casarnos, deberíamos prepararnos como cuando comenzamos un nuevo trabajo o nos dan una nueva responsabilidad en la empresa.
Sin embargo, nos lanzamos a ello, a la aventura más difícil de la historia humana, sin ningún tipo de aprendizaje. Solo se exige para casarse por la Iglesia un cursillo prematrimonial que aporta ideas para poner en marcha todos los recursos personales que cada uno posee para vivir juntos.
Habría que ampliar estos cursillos de forma que fueran un maratón de inteligencia emocional, donde se enseñara a profundizar en la propia vida y a liberarse de las cadenas interiores que nos impiden vivir intensamente, y se nos fomentara la capacidad de comprensión para empezar juntos un proceso de crecimiento.
Dicen que los factores determinantes del éxito de una persona en el ámbito general de su vida son la capacidad de automotivación, la perseverancia, saber controlar los impulsos, demorar las gratificaciones, regular nuestro ánimo y las habilidades que nos permiten comunicarnos y convivir en armonía con los demás. La mayoría de estas habilidades están relacionadas con nuestra educación emocional, gran parte de la cual se forja durante la infancia, aunque sigue modelándose a lo largo de toda la vida.
Debéis continuar a lo largo de la vida, en contacto con otros matrimonios, leyendo y sobre todo hablando mucho entre vosotros, para que sigáis siempre un proceso de crecimiento personal.
TU CUERPO
La comunicación física es sentirse atraído por lo más externo del otro, aquello que llama la atención y que vemos a primera vista. Es tan importante que, si la otra persona no entra por los ojos en un primer momento, es casi imposible que se establezca entre ellos una mínima comunicación.
El primer tirón que invita a la comunicación es el atractivo físico además del encanto, la gracia, el estilo, la figura, las facciones de la cara, los ojos, la boca, las manos, la sonrisa y mil detalles más.
A vuestra vida en común, cada uno aporta vuestro cuerpo, que es vuestra tarjeta de presentación. Es lo primero que se ve al conoceros.
Expertos en el cuerpo del otro
Tenéis que ir haciéndoos uno y otro expertos en el cuerpo del otro: saber que tiene sus necesidades y que también sois responsables de la alimentación, el cuidado, el descanso, la estética, el ejercicio y la salud del otro.
Es necesario que habléis de vuestros cuerpos, que os contéis cómo os encontráis, que conozcáis las necesidades del otro Pero como sois totalmente diferentes, no podéis esperar a que el otro adivine lo que sentís, lo que os apetece o lo que necesitáis. Habéis de hablar mucho de todo lo físico para sentiros más cerca, para haceros más uno, para fundiros mejor en el abrazo común y para entregaros del todo.
Los dos un solo cuerpo
Ninguna de vuestras células ha vivido más de diez años. Es posible que pronto vuestra historia común esté formada por dos cuerpos del todo renovados, que han ido cambiando juntos en ese transcurrir de los días y los años.
Hay que saber mirar el cuerpo del otro con respeto, con cariño, con admiración, sabiendo que formáis los dos un solo cuerpo, no solo en el encuentro sexual sino en toda vuestra vida en común, ya que el cuerpo del otro es como si fuera tu propio cuerpo.
Cuando reposas tranquilamente junto a tu pareja, escuchando el latido de su corazón y la cadencia de su respiración, estás conectando a un nivel íntimo y entonces los dos comenzáis a moveros con los ritmos del otro, y eso permite la creación de un nuevo ritmo que es el «nosotros».
UNA VIDA CON PROYECTO
Y esta historia que empezó con vuestra “tarjeta de presentación”, habéis conocido vuestra historia personal y vuestra forma de ser. Os habéis enseñado el uno al otro los rincones de vuestra alma. Os habéis ido redescubriendo y asombrando poco a poco, de la distinta manera de vivir y de los pequeños detalles de la vida del otro. Os habéis enamorado. Y cuando el Amor y la Fe se juntan, dan lugar al Matrimonio Cristiano: Vuestro proyecto de vida.
Para que la persona sea feliz, es necesario que sea mentalmente fiel a sí misma. Para la felicidad de la pareja, los dos han de ser fieles mentalmente al proyecto que se han propuesto. Primero, debes decirte a ti mismo lo que quieres ser y, luego, obrar de acuerdo con lo que tengas que hacer. Aunque nuestra sociedad solo canoniza a los que se conforman con ella, hay que atreverse a ser uno mismo, a vivir la propia vida que es única y, además, transcurre deprisa.
Las metas dan un propósito y un significado a nuestras vidas. Para vivir plenamente y ser feliz, es necesario que nuestra vida tenga un proyecto, una meta. Sin propósito los días terminan en la desintegración. Mucha gente pierde la salud o se muere al poco tiempo de jubilarse por perder el sentido de su vida.
Con las metas sabemos dónde vamos; en cambio, sin ellas tendemos a vivir la vida aburridamente. En general la gente se siente motivada por dos cosas: el dolor y el placer. Las metas hacen que la mente se centre en el placer, mientras que la ausencia de metas hace que la vida se enfoque en evitar el dolor. Las metas hacen más soportables las situaciones dolorosas.
Formular un proyecto de vida
La vida no se improvisa sino que se programa. Una persona que intenta vivir una vida con sentido y que tiene sueños claros, necesita formular su proyecto personal vital que le sirva de meta, de estímulo para cuidar su coherencia y ser actor y no espectador de su existencia.
Tener un proyecto de vida personal es el mejor camino para alcanzar la felicidad. El empeño que ponemos en cumplirlo y en sacarlo adelante nos hace felices.
No es lo mismo una pareja que decide vivir juntos porque se atraen mucho y quieren ambos disfrutar, recorrer mundo, tener cada día más comodidades y continuar en pareja hasta que dure su mutuo interés, que vosotros, que tenéis un proyecto de vida, que vais a disfrutar, cuidar vuestro amor para que vaya creciendo, luchar contra la monotonía, crear un hogar abierto, donde se acoja con sencillez a todo el mundo y se comparta todo, tener unos hijos y formar una familia, abierta al mundo y comprometida con su mejora... la felicidad indica que hemos encontrado la respuesta al problema de la existencia.
Llenar la vida de sentido
Cada pareja necesita dedicar tiempo para explicitar su proyecto, a tratar cada uno de los temas básicos que forman la vida de pareja, como son el amor, el sexo, el hogar, la familia anterior, el dinero, el trabajo, el nivel de vida, el ocio, el tiempo personal y el tiempo común, la resolución de conflictos, los miedos que tiene cada uno..., y un montón de cosas transcendentales que tendrán que ver con el día a día de la vida.
Es importante formar el proyecto común sin tener que deshacerse ninguno de los dos de sus sueños personales. En la vida tenemos que estar como el surfista: aunque las olas me marquen el camino, no me indican a dónde tengo que llegar; soy yo el que elijo mi meta.
Muchas parejas prefieren seguir el camino de la vida como el conductor del metro, sabiendo exactamente dónde van y cómo es la ruta, perfectamente trazada y marcada por las vías. Otras parejas eligen hacerse su propio proyecto, cumplir sus propios sueños, inventar su propia forma de vivir juntos, aunque tengan que hacer corno el surfista y seguir o no la ola de cada situación. En la pareja se pueden ayudar a no desensoñar sus sueños, a no dejarse caer en la vida rutinaria de la mayoría de los mortales.
Todos buscamos ser felices, y aumentar la felicidad nos ocupa toda nuestra vida. Lo que nos interesa, lo que buscamos y queremos, lo que nos afana..., tiene como trasfondo este deseo íntimo y profundo de ser felices.
EL ARTE DE MANTENER LA ILUSIÓN
Sé que es una postura demasiado frecuente, socialmente aceptada e, incluso, que se considera algo natural el desgaste de la ilusión en el proceso de la vida de pareja.
Yo creo que la ilusión es algo que hay que saber alimentar para evitar que la vida común se convierta en rutina. Al principio, todas las cosas nuevas nos ilusionan y luego, poco a poco, nos vamos habituando y, lo que hoy parecía una maravilla, mañana, por la costumbre, me parece simplemente normal. Y así dejo de sorprenderme, incluso de darme cuenta de su valor y de lo que me aporta.
En ocasiones los mayores somos como los niños. A estos les das un juguete, lo cogen con ilusión y en el momento en que ven otro sueltan el anterior y quieren conseguir, como sea, el nuevo. Han perdido todo el interés por el que les entretenía y ya solo quieren otro diferente. Esto mismo también nos ocurre con la vida.
Dicen que la vida es algo que pasa mientras nosotros estamos ocupados haciendo otras cosas. Lo mismo nos puede ocurrir con la relación de pareja. Nos ilusionamos con la otra persona, queremos tenerla para siempre, proyectamos la vida en común y, cuando ya la estamos viviendo, andamos distraídos sin saborearla, como sin ilusión.
El momento que estáis viviendo es único y hay que cuidarlo, gozarlo y mejorarlo. Disfrutad el amor y todo lo que surge entre vosotros, poned novedad en la relación, vivid como los reyes de vuestra historia y no dejéis que se os cuele la insatisfacción.
Gozad el uno del otro, sorprendeos mutuamente, ejercitad los placeres del tacto, del oído, del gusto, de la vista y del olfato. Hay un gran mundo por descubrir desde nuestros sentidos atrofiados. Así os daréis cuenta, de que no os hacen falta muchas más cosas para ser felices que las que tenéis ahora. Sentíos libres, autónomos, seguros de vosotros, a pesar de reconocer vuestras limitaciones personales. Daos permiso para ser mediocres en algunas cosas y fantásticos en otras. Vivid con pocos deseos, que son los que nos esclavizan.
Romper la rutina diaria
Cuando estamos ilusionados con nuestra relación, tenemos mayor capacidad de disfrutar de lo habitual, y tolerar los problemas cotidianos.
La ilusión es un estado mental positivo que produce energía y contento. Cuando estamos ilusionados con nuestra relación, tenemos mayor capacidad de disfrutar de lo habitual, de resistir las inevitables pérdidas de la vida y tolerar los problemas cotidianos. La auténtica felicidad no la da el tener salud, dinero y amor, sino la capacidad de vivir ilusionados. A pesar de todo, uno puede elegir vivir la vida mirando la rosquilla, o puede vivir fijándose solo en el agujero. Elegid lo que más felices os haga.
Mantener vivo el fuego de la ilusión
Para mantener vivo el fuego de la ilusión en la pareja, hay que llenar la mente de ideas y planes positivos. También es importante, limpiaros la memoria de rencores que producen ansiedad y desasosiego. Cuanto antes perdonéis, mejor os quedaréis por dentro.
Saber perdonar y olvidar lo que te ha hecho otro es la mayor muestra de amor a él e incluso a uno mismo, pues te deja libre de ansiedad, resentimiento, dolor y sufrimiento innecesario.
Es importante también buscar actividades concretas que nos animen, como son sonreír, hacer el amor, charlar con los amigos, jugar, bien decir de los demás, interesarse por los otros, no quejarse, rezar, sumergirse en el momento presente, hacer algo por los demás, frenar las autocompasiones, perdonar... y otro montón de acciones de las que podríais hacer una lista juntos.
Vivir la ilusionante historia de pareja es uno de los grandes dones de esta vida y está al alcance de casi todos, porque la felicidad no se encuentra, ¡se crea!
Cualquiera que sea nuestra circunstancia, tenemos dentro el poder y la capacidad de crear una historia de pareja feliz, ya que no son las personas ni las cosas las que nos hacen felices, sino que somos nosotros quienes elegimos serlo.
El PODER DEL PERDÓN
En vuestra vida de pareja cometeréis infinidad de errores, os haréis daño el uno al otro sin querer o aún queriendo, tendréis despistes y actitudes que al otro le parecen imperdonables y siempre habrá en vuestra historia común fallos que otros pueden considerar también imperdonables.
Recordad que la capacidad que tenéis para el perdón es infinita porque está motivada por vuestro amor, y el cariño hacia el otro, al que no queréis ver sufrir. La persona más sana perdona antes y olvida siempre; la memoria es una dificultad para el perdón. Lo mejor que nos puede ocurrir es olvidar enseguida.
Hay que resolver los conflictos metiéndose en la piel del otro, disculpar, comprender, empatizar y, si no se comprende al otro, aceptarle con todo el cariño del mundo y permitirle meter la pata.
Se suele decir que el tiempo cura las heridas, pero no es así. El odio y la amargura se van diluyendo pero, salvo que estemos decididos a perdonar, nunca abandonan totalmente el alma.
Aprender a perdonar
Cuando tu mente está llena de odio, no hay sitio para la felicidad y el amor. El perdón libera el alma del odio y crea espacio para que pueda entrar el amor.
El que no perdona es siempre el que más sufre, pues se llena de odio y de resentimiento y así es imposible ser feliz. Solo abandonando toda condena y todo resentimiento se puede experimentar la alegría y la felicidad. La forma que elijáis para solucionar cada situación será la que determine el camino de vuestra relación.
El perdón es lo que vuelve a conectaros como pareja y lo que permitirá que vuestra relación se regenere una y otra vez.
COMUNICACIÓN Y SEXUALIDAD
Vuestra comunicación sexual irá mejorando con los años, como los buenos vinos. Aunque os parezca al principio que estáis en el mejor y más achampanado momento de vuestra sexualidad, con los años comprobaréis que el cuerpo se va despertando, se hace experto en el del otro, se intensifica su capacidad de sentir, de comunicar, de disfrutar y que la fogosidad y urgencia del principio, se convierte en ternura, mayor placer y capacidad de hacer el amor con los cinco sentidos, más el sentido del humor, que también es algo que le añade poesía y diversión al encuentro sexual.
Ternura y erotismo
La relación sexual plena debería incluir, por partes iguales, ternura y erotismo. Poner tanto énfasis en el romanticismo como en el placer, tanto en la ternura, como en la exploración y creatividad, cambiando de lugar, hora, entorno, posición, etc. para que resulte divertido.
El sexo nunca puede ser un rito serio y formal porque entonces dejamos de pasarlo bien y de divertirnos.
Dicen que el hombre se enamora por la vista y la mujer por el oído. Cuando el hombre describe a una mujer, lo hace en términos físicos; pero cuando una mujer habla de un hombre, cuenta sus valores intelectuales, su sentido del humor, sus habilidades de comunicación y su capacidad de comunicar el afecto.
la verdad es que hombre y mujer nos comportamos de manera diferente en la sexualidad. Tenemos distintos ritmos, gustos y deseos. Es importante hablar mucho de todo lo que ocurre entre los dos. A veces se dan por supuestas cosas que no se han hablado y entonces surge el desencanto y la monotonía.
Hay que pedir lo que cada uno necesita, hablar de lo que a cada uno le agrada o le molesta. Hay que conocer los diferentes ritmos y buscar los mejores momentos para los dos.
La salud sexual pasa por desnudarse física y mentalmente, o sea, que no basta con el cuerpo a cuerpo sino que hay que cuidar mucho la comunicación, las emociones y los sentimientos.
La vida no es como las películas, donde los orgasmos duran más, las mujeres se desgarran de placer y todo es artificioso. Nuestra vida es más normal. Lo más importante es tomarse tiempo para la sexualidad, sin acelerar al uno ni al otro.
No tener prisas en el amor
Es importante ser despaciosos en el amor. No tengáis prisa, dedicadle tiempo a la sexualidad, no dejéis lo que queda del día para tener un encuentro rapidillo y sin apenas poesía. Hay que buscar los momentos especiales, llenarlos de belleza, de creatividad, de ternura y de interés por el otro.
Recordad que podéis hacer el amor solamente con el cuerpo, sin más comunicación, o podéis hacerlo con toda vuestra personalidad implicada en la relación.
El juego amoroso
Hacer el amor o el encuentro afectivo sexual, es una experiencia armoniosa para los dos.
Un momento en el que hay que estar atento para sumergirse del todo, olvidando todo lo de alrededor.
No dejar que agobios, preocupaciones y resentimientos, contaminen ese cuerpo que se expresa, esa mente que se entrega, esa comunicación que se derrama y ese espíritu de los dos que se funde en comunión.
A mi parecer, se pueden comparar las relaciones sexuales con una escalera, en la que, al término de la misma, existe una gran puerta. Todos sabemos cómo es este final. Todos conocemos el primer peldaño de una relación, ese rozarse mano a mano que le pone a uno los pelos de punta y le da un escalofrío que te recorre; ahí es donde comienza la atracción de los cuerpos.
Entre el primer escalón y el último, hay muchos peldaños de ternura, de contarse la vida, de caricias, de recovecos, de recorrerse, sentirse, gustarse el uno al otro
Y, como la naturaleza está tan bien inventada, todo ese juego amoroso es el que va dilatando a uno y a otro para llegar a ese orgasmo pleno que sería la puerta del final de la escalera. Del número de peldaños que tenga nuestra relación amorosa, del tiempo y el interés que nos dediquemos, del cuidado del otro, del saber pedir lo que uno necesita, de ser exquisito y variado en los detalles, de la no precipitación, depende el éxito final.
No hay que olvidar que el placer no es solamente llegar al orgasmo, sino que todo el juego amoroso, toda la ascensión de esta escalera, es ya el placer en sí mismo, que puede culminar o no necesariamente con el orgasmo.
ELEMENTOS FUNDAMENTALES DEL AMOR CONYUGAL
Se dice hoy que el Amor Conyugal tiene 4 Elementos: La sexualidad, la amistad, la proyección comunitaria del amor y la relevancia del amor (fecundidad)
- la sexualidad con todo lo que implica de atracción a otra persona, de halago sensorial y psicológico, de conmoción, etc.
- La amistad: es una relación oblativa de ayuda, de comprensión que hay que crear. La sexualidad no hay que crearla, sencillamente se echa a andar, es como una fuerza instintiva que tiene su lógica propia, que tiene su desarrollo.
Tú la echas a andar sin necesidad de ser creativo. Ah, pero la amistad no. No tenemos ningún instinto que echándolo a andar de lugar a la auténtica amistad. La amistad hay que crearla, e implica un esfuerzo.
- Proyección comunitaria del amor. Para vivir como persona hay que vivir comunitariamente. Entonces si tu amor es personal, si tú amas a la persona, no solo algunas cualidades de las personas, entonces mi amor es personal. Y si es personal se desarrolla comunitariamente.
Esa proyección comunitaria ¿cuando la adquiere el amor hasta entonces privado?
El día de la boda. Por eso el día de la boda no es una mera ceremonia. Es mucho más. Es el momento en el cual el amor hasta entonces privado de dos personas es recibido en el seno de la comunidad. Comunidad de amigos. Comunidad de parientes. Y en el caso nuestro: comunidad de creyentes. Y entonces se crea el hogar. El hogar se crea justamente cuando se crean unos vínculos y cuando esos vínculos son recibidos por la comunidad y podríamos decir que tienen una proyección comunitaria.
Los esposos están muy lejos de ser solamente unos novios con un papelito que garantiza socialmente su unión. Ser esposo es cualitativamente algo nuevo. Algo creativamente nuevo.
El amor hasta entonces privado de los novios gana una nueva dimensión, tan real como eficiente. Se torna comunitario. No sólo por haberse hecho público, sino porque está en condiciones de generar vida de comunidad y dar lugar a una institución social como es la familia.
En la ceremonia nupcial los novios se convierten en esposos y tal conversión les otorga una condición singular. La boda marca un origen. Es un momento histórico para los novios porque crea el ámbito propicio para el incremento de la amistad mutua y la donación de vida a nuevos seres.
De ahí que todos los actos de los esposos tengan un sentido distinto al que tenían antes de la fundación de ese lugar de encuentro.
Siendo una familia abierta y dinámica: hospitalidad, generosidad, alegría, compromiso.
· Haciendo amistades como familia.
· Acercándonos a nuestros vecinos
· Llegando hasta los más pobres y necesitados.
- Relevancia del amor. La importancia, la fecundidad del amor. El amor personal comunitario está llamado a ser fecundo en dos aspectos:
· En el incremento de unidad entre los esposos. El amor debe incrementar la unidad, hacerla cada vez más perfecta. El amor de los esposos debe aumentar la calidad de la unión.
· Dar vida a nuevos seres.
Doble tipo de fecundidad bien vinculados. Hoy la Ética le da importancia por igual a los dos fines: incrementar la unidad entre los esposos y dar vida a nuevos seres.
No hay nada más grande en el mundo que incrementar la unidad. No hay nada más grande que dar vida a un nuevo ser. Es increíble porque estamos acostumbrados desde niños a decir: fulanito tuvo un niño, y ya no pensamos en ello, pero es que es increíble. Si piensas lo que es una persona ¿sabéis lo que es una persona? Es un ser insustituible, incanjeable.
Pensar que dos personas puedan dar lugar a algo tan grande como es una nueva vida, es increíble, lo que pasa es que estamos tan acostumbrados…
Tenemos 4 elementos. Pero estos elementos no están yuxtapuestos. Los 4 elementos del amor conyugal tienen que estar estructurados entre si. No sólo el uno junto al otro.
Estructurados ¿que quiere decir? Que forman una constelación. De tal manera que si quitas uno de ellos se quita el conjunto. Los 4 elementos se piden.
Si yo desarrollo la sexualidad es para crear amistad, para darle proyección comunitaria, para darle fecundidad. Y yo para darle fecundidad tengo que poner en juego, la amistad, la sexualidad, la proyección. Cada uno pide los otros tres. Y los otros tres piden a uno. Es una constelación de naves. ¿Ven lo que son los 4 elementos del amor conyugal?
Ahora podemos ver perfectamente lo que es el erotismo.
El erotismo es pulcra y llanamente desgajar el primer elemento de la sexualidad de los otros tres. Sencillamente para tomarlo como una fuente de gratificación con fines egoístas para mí, para mí, para mí. Y si tú quieres para ti, para ti, el erotismo es un desgajamiento, por lo tanto lleva ya, grabémoslo bien, llega ya en su seno la violencia.
Hoy se tiende a decir: Ah el erotismo es muy tierno. Decía un chico: no hay nada más grande y más tierno que el erotismo.
Entonces dígame usted porque las páginas de los periódicos están abochornadas todos los días con noticias: la violó y la mató. ¿Cómo se explica esto? hay que explicarlo profundamente ¡eh! Hombre son 4 locos. No no.
Si la cultura es reflejo de lo que vivimos en sociedad ¿Por qué en tantos libros y tantas películas se vincula el sexo erótico con la violencia? ¿Por qué?
Pues se entiende muy bien viéndolo de esta manera. Es que el erotismo no es tierno. Lo parece a veces, pero no lo es. Es violento de por si porque es fruto de un desgajamiento.
Yo pongo la sexualidad porque me interesa y no me preocupo de crear amistad contigo. Digo que te quiero mucho, pero miento como un bellaco. Lo que quiero, a quien quiero es al halago que me producen alguna de tus cualidades. Espera que no me produzcan halago y verás con que crueldad te dejo por otra. O por ninguna. Y me voy. Pero con toda crueldad.
El erotismo es fuente de crueldad. Lo estamos viendo todos los días. Ah nos queríamos mucho pero se acabó el amor, como se dice ahora. Oye, perdona, ¿pero hubo amor alguna vez?
EL ENCUENTRO SEXUAL REQUIERE:
‑SOLICITUD MUTUA: Que no sea siempre uno, el mismo, quien vaya detrás del otro. Que la solicitación proceda de ambos. Parece tonto pero no lo es. Si uno de los dos observa que nunca o rara vez es solicitado el hecho se convierte para él en fuente de turbación, de dudas. El sentirse y saberse deseado, buscado, es fuente de seguridad y fortalecimiento. Aumenta el cariño y la entrega. Saber estar el uno para el otro. Buscar agradar al otro. Sabiendo ser conscientes del momento del otro. No hay que querer imposibles. Y hay que saber crear un clima.
‑GRATIFICANTE PARA LOS DOS: Hay que conocerse mejor, hablar claro, crecer y evolucionar juntos.
‑LIBRES DE TODO TIPO DE MIEDOS: Libertad en el interior de la pareja respecto a los miedos y condicionamientos. Libertad que no se presupone, que hay que conseguir. ¿A qué miedos nos referimos? Desde el miedo al embarazo hasta el miedo a la .agresión miedos psíquicos, éticos corporales, etc. La libertad no es algo que se posee, que se supone. La libertad tenéis que llegar a conseguirla juntos, hablando mucho, ayudándoos, buscando los apoyos que preciséis. De esto dependen demasiadas cosas. La sexualidad la tenéis que cuidar, tiene que ser objeto de vuestra solicitud, la tenéis que mimar.
‑CALIDAD DE ENCUENTRO: Cuanto más os ayude a realizaros como personas, a ser fuente y expresión de amor más calidad tendrá. Que vuestro encuentro no sea una pura expresión de egoísmos, de derechos, de no tener en cuenta al otro…que no se reduzca a ser premio o castigo, para el otro, que no se convierta en chantaje o instrumento de refuerzo para conseguir lo que queramos...
Calidad sexual
Pero podemos pasar de una monotonía sexual a buscar tanto la variedad que se está más preocupado en los «efectos especiales» que en lo que cada uno siente por sus adentros.
Se habla mucho de cantidad sexual y no de calidad en la comunicación, y mucho menos aún de la calidez en la relación. De todas formas, a vivir el acto sexual se aprende juntos. Así se crea un clima de complicidad y juego que lo hace más tierno, creativo y bonito, y al que favorece el cuidado del propio cuerpo, del entorno y de los detalles, con el fin de renovar el amor.
Diferencias entre hombre y mujer
Es importante en nuestra relación sexual recordar las diferencias entre hombre y mujer con el fin de ir acoplándose el uno al otro. Sabemos que se tienen distintos ritmos: la mujer es habitualmente más lenta y necesita una mayor preparación y ambientación para llegar al clímax; el hombre, en cambio, es más rápido.
El hombre suele tener menor necesidad de expresar el afecto. La mujer, en cambio, necesita que le digan a menudo, que la quieren, mientras que al hombre le basta con saberlo una vez.
Es necesario saber decir el amor; es imprescindible comunicar nuestros sentimientos.
Por otro lado, en cualquier asunto de la vida el hombre va directamente al grano, mientras que la mujer crea un clima previo. Crear este clima para el amor añade calidad a la relación personal.
El hombre y la mujer se sienten completos cuando son comprendidos por lo que son.
Para conocerse hay que interesarse por el otro y para ello es imprescindible el diálogo abierto y sincero, donde se exponga la persona en su totalidad.
Recordemos que el sexo es comunicación y que «no habría que entregar nunca el cuerpo sin antes haber entregado la mente».
Dejar fluir el amor desde el corazón y la cabeza
Un síntoma positivo de vuestra relación es que brote la risa de vuestro encuentro. Y también es necesario algo de sabiduría para sacar partido de vuestras experiencias positivas o negativas y convivir con vuestras carencias. lo que en vosotros es más joven cada día es el corazón. Vuestro deseo de amar y ser amados será más vivo conforme vayáis viviendo ese amor.
Cuando las relaciones sexuales se viven sin conocer al otro, es como tomarse un gran vino a morro. No, hay que decantarlo, beberlo en copa especial y seguir sus fases visual, gustativa, olfativa, el retrogusto.
LA FIDELIDAD
Cuando uno está enamorado, brota la fidelidad y la experimenta como un regalo de la vida y nace la ilusión de conservarla. Se trata de poner toda la ilusión en el cariño que experimentamos para que se conserve de manera estable y definitiva.
Hoy en día la fidelidad parece que está en desuso. En nuestra sociedad se tiene como valor disfrutar en cada momento de lo que me apetece, sin medir las consecuencias y al precio que sea. Además, si uno está acostumbrado a tenerlo todo, a no renunciar a nada, siente que en el amor le puede ocurrir lo mismo.
Opción por la fidelidad
Cuando uno es consciente de su proyecto de vida o de pareja como respuesta a sus exigencias interiores humanas y religiosas, surge el deseo de conservar ese amor para siempre. La fidelidad es un gesto de libertad madura en el que uno no se conforma con lo que tiene hoy sino que sabe que está construyendo algo mejor con sentido de futuro.
Cuando uno acepta el compromiso de vivir con alguien para siempre, sabe que no es fácil y que implica una parte de decisión para superar todas las dificultades que se pongan por delante. La fidelidad es una virtud del día a día, de lo cotidiano y de lo ordinario. Es elegir algo porque es bueno para cada uno y para los dos. Es construir una historia de amor que tendrá sus crisis, sus gozos y sus dificultades. También es apostar por una persona y luchar por llevar adelante ese mismo amor aunque surjan otras ofertas que, en su momento, parezcan más fáciles y más atractivas.
Todos nos cansamos con la monotonía de lo conocido y de lo que ya tenemos seguro. A todos nos atrae lo nuevo, lo diferente y lo difícil.
Hay que tener muy clara la opción por la fidelidad al otro, a uno mismo y a su propio proyecto para no caer en las garras de esa situación fácil y apetecible, que te seduce como la bandeja de pasteles que coloquen a tu lado.
Siempre habrá alguien nuevo que te apetezca, siempre habrá otra persona mejor, siempre encontrarás quien esté decidido a seducirte. Has de ser tú el que te pongas en contacto con tu mundo interior y te recuerdes qué es lo que realmente quieres vivir y por qué has optado.
Mantener la ilusión y recrear la vida
Hay dos cosas importantes en el tema de la fidelidad: Por un lado está el que uno se comporte como un adulto, es decir, fiel a lo que en su día eligió; y, por otro, hay que cuidar lo que decíamos antes: mantener la ilusión. Cuando uno se siente bien amado, cuando experimenta que está construyendo una historia de amor que merece la pena, es más difícil que se le despierte el interés por otras personas.
La fidelidad requiere que vayáis recreando vuestra vida día a día, que no os conforméis con lo conseguido, que pongáis novedad, chispa y evolución. Existen cambios personales, urgencias diferentes, sensibilidades distintas que exigen una innovación creadora dentro de vuestra misma fidelidad. Miraos el uno al otro, preguntaos si estáis contentos juntos, tomad el pulso al amor y trabajad la pareja.
Necesitáis tiempo para los dos, no para la casa, ni la tele, ni la comida...; tiempo solo para estar juntos, sin nada, sin nadie, sin ruidos, solo el uno con el otro; tiempo para reconquistaros, para seduciros de nuevo, para redescubriros y contemplaros con ojos nuevos, para revitalizar vuestro amor y que así os broten las ganas de seguir viviendo juntos para siempre.
La creatividad es una actitud indispensable en la vida de la pareja. Es la capacidad para reaccionar ante lo cotidiano y ante las situaciones nuevas. Sin creatividad no se puede sobrevivir juntos pues se estanca la relación, se vuelve repetitiva, sosa y se rutiniza la vida en compañía. Es necesario estar inventando constantemente la mejor manera de vivir juntos, de cumplir vuestros sueños y de regalaros al mundo.
Fidelidad y libertad
Pasaréis crisis, malos momentos, locas pasiones y días insulsos. Así es la vida del ser humano. Tendréis emociones preciosas y también habrá días de emociones negativas, pero eso es señal de salud y vitalidad en la relación. La ausencia de tensiones suele ser señal de que la relación está muerta o agonizante.
Khalil Gibran dice que podemos olvidar fácilmente a aquellos con los que hemos reído pero nunca podremos olvidar a aquellos con los que hemos llorado. En toda relación hay «zonas de incomodidad» que se han de aprender a manejar y que, a la larga, consolidan la historia común y fortalecen el amor.
Elaborado por Pilar y Enrique sobre textos de:
Mary Patxi Ayerra: Pistas a un hijo para vivir en pareja (PPC)
La vida compartida (Reinado Social)
Alfonso López Quintás: El secreto de una vida lograda (Palabra)
El amor humano (Edibesa)
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